El presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo.
Alberto Núñez Feijóo ha evitado, una y otra vez, condenar el genocidio cometido por Israel en Gaza y su continua violación del derecho internacional. Lejos de alzar la voz, ha optado por el silencio cómplice o la justificación vergonzante, preso del miedo crónico a incomodar a Isabel Díaz Ayuso o perder votos frente a Vox. Esa cobardía política lo ha llevado a defender lo indefendible, alineándose con quienes prefieren mirar hacia otro lado mientras la comunidad internacional y la Corte Penal denuncian crímenes de guerra.
Pero ahora su jefa europea, Ursula von der Leyen, propone sanciones contra Israel ante la magnitud insoportable de la masacre. Y Feijóo queda expuesto: atrapado entre su tibieza moral y el giro de Bruselas.
¿Qué hará ahora? ¿Seguirá escondido en la ambigüedad, rehén de sus propias miserias internas, o tendrá el coraje -aunque sea tarde- de ponerse del lado de la dignidad y la justicia internacional? Su historial no invita al optimismo. Pero su cobardía, que es doctrina, seguramente le lleve a arrastrar los pies una vez más.
Miguel Fernández-Palacios Gordon
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