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LA TRAMPA ‘PAPAFRANCISCO’ EN SU LENGUAJE

 


Propuesta de raciocinio sobre el falso Papa para católicos dormidos (III)

«Habéis pervertido las palabas del Dios vivo»

(Jer 23, 36).

 

En las dos primeras entregas de la serie abordamos la aberración Papafrancisco desde la lógica de los hechos. Se trató de subrayar, en este totum revolutum que envuelve la Magna Quaestio, la contundencia de los datos objetivos y la necesidad de examinar la razonable hipótesis que lo considera un antipapa.

Esto sería lo sensato para un católico, razonar, y no encastillarse en la postura irracional de despreciar todo aquello que incomoda, aunque se presente con argumentos sólidos.

Para continuar con este análisis crítico que pueda despertar a los católicos dormidos/cómodos, resulta interesante pasar de deslindar los hechos a ahondar en su lenguaje, que no es sino la expresión de la realidad y, por lo tanto, un claro indicador de la misma.

¿Cómo se expresa la aberración Papafrancisco?

Satanás es el tentador porque es el engañador, el que persuade a hacer el mal porque llama bien al mal y mal al bien. Es el gran subversivo. Y para operar su plan alterador necesita que renunciemos a la vocación cristiana de llamar a las cosas por su nombre.

La manipulación del pensamiento mediante la adulteración del lenguaje es un clásico de la propaganda. Los grandes totalitarismos de la historia y la batalla ideológica y política de la postmodernidad han requerido y requieren violentar el idioma para convertirlo en herramienta de control de las masas. Es el antiquísimo birlibirloque del quid pro quo.

Y la operación Papafrancisco de asalto al Trono de Pedro y de destrucción de la Iglesia está siendo posible gracias al soporte de los medios de amaestramiento de masas al servicio del nuevo orden mundial, promotor último de Bergoglio, y a las técnicas clásicas de manipulación aplicadas por secretarías, dicasterios y oficinas de la propia Iglesia.

Nos centraremos en estas técnicas, más sibilinas e insidiosas, que en el mostrenco respaldo mediático, pues la obscena operación de márketing del “efecto Francisco” resulta palmaria salvo para el ciego que se niega a ver.

¿De qué manera está destruyendo Papafrancisco la Iglesia y la catolicidad con las palabras? Vulnerando su identidad, deformándolas, enredándolas, transmutándolas en otra cosa.

La razón de la Iglesia es la Verdad, no en vano fue fundada por el Verbo encarnado. De hecho, su misión es la custodia del depósito de la fe, es decir, mantener y transmitir inalterable el mensaje de salvación de Nuestro Señor. La Iglesia es en esencia Tradición, sustantivo que deriva del verbo latino tradere (transmitir, entregar), a la cual los católicos de todo tiempo se han sometido.

Debemos estar al servicio de esta custodia y transmisión rigurosa para poder ser verdaderos. Sin embargo, Papafrancisco invita a la operación contraria: pone la verdad eterna del mensaje al servicio del deseo del hombre de este tiempo. Ya no es “la Verdad os hará libres”, sino la perversión de “la libertad os hará verdaderos”.

De esta manera, el Enemigo consigue distorsionar el mensaje, con lo que le es imposible al católico llegar a conocer el Verbo. Papafrancisco es el conjuro de Satanás para trastocar el Evangelio.

La herejía ha sido secularmente la distorsión maléfica del mensaje por antonomasia. Y no pocas de las que se han sucedido a lo largo de la historia de la Iglesia han tenido su causa en un error lingüístico o de interpretación gramatical o de traducción. Por eso el lenguaje con el que se expresa la Iglesia, tanto en el contenido como en la forma, resulta clave para cumplir eficazmente su misión.

Y esta es una de las razones por las cuales mantiene el latín como lengua oficial. Para evitar cualquier pérdida de sentido o alteración de matiz que conlleva toda traducción. Así se protege el mensaje de salvación de posibles contaminaciones léxicas de los cientos de idiomas en uso y, por lo tanto, en continua evolución.

En este sentido, pienso que no se ha reparado lo suficiente en la maniobra que subyace en la proscripción de la Misa en latín por Papafrancisco. La liturgia en latín funciona como un perfecto cortafuegos que impide la contaminación, no solo de la terminología sagrada, sino de la espiritualidad y pensamiento católicos.

Conocemos el destrozo que ha hecho Bergoglio de la Misa tradicional, revocando la liberalización de su celebración por Benedicto XVI, pero el ataque es más profundo y más devastador. Está claro que quiere asolar y salar los escombros.

Radio Vaticana ha adoptado dos decisiones muy significativas bajo el régimen bergogliano. Por un lado, en agosto de 2016, la cadena oficial dejó de emitir la Santa Misa diaria y el Rosario en latín, reduciéndolos a una emisión semanal. Y, por el otro lado, en junio de 2019, se estrenó un boletín informativo en latín: “Hebdomada papae” (“La semana del papa”). ¿Una contradicción? No, una trampa saducea.

La primera medida encaja con el plan, pero ¿qué pasa con el noticiero en latín? ¿No se trata de una apuesta por consolidar la lengua tradicional de la Iglesia? En absoluto, es una pérfida maniobra destinada a vulgarizar el latín para trivializarlo mediante la modernización de su vocabulario y su uso, creando neologismos y giros expresivos para adaptarla a los nuevos tiempos. Pues esta justificación, tan propia de la modernidad, del modernismo, está en el núcleo de la operación Papafrancisco.

“No lo pensamos como una mirada nostálgica al pasado, sino como un desafío hacia el futuro”, declaró al respecto Andrea Tornielli, director editorial del Dicasterio para la Comunicación. Por supuesto, mucho futuro, nada de pasado. Se trata de desactivar el latín –el eclesiástico- como garante de los significados de siempre desconectándolo de la tradición. Y, de paso, por supuesto, de poner a Papafrancisco y su discurso iconoclasta en el centro.

Así, en el anuncio de la novedad, se destaca alegremente, por ejemplo, que ‘xenofobia’ tiene ya su término en la lengua de Cicerón: “exteranum Gentium odium”, lo mismo que tuit (“breviloquam”) o ufólogo (“rerum inexplicatarum volantium studiosus”). Y esa extraña lista que se destaca incluye, por supuesto, las blasfemias bergoglianas, como cuando el Papa dijo que “María fue la primera influencer, la influencer de Dios” y utilizaron “concitatrix Dei”.

Si se dice en latín, parece que el chocante lenguaje ‘papal’ de Bergoglio ya no lo es tanto. ¡El latín como blanqueador de las barbaridades y blasfemias bergoglianas! Perversamente perfecto.

Más allá del malbaratamiento del latín y puestos ya en contexto, ¿es necesario explicar la importancia de preservar el lenguaje eclesial –que tiene su terminología y formas de expresión propias- para evitar el asalto del pensamiento mundano?

Señalemos a los cándidos que no se trata de un escrúpulo de hieráticos clericales. Similar prevención aplican instituciones jurídicas, médicas, tecnológicas y científicas en general que velan por el correcto uso de los términos propios de sus disciplinas en las publicaciones para poder avanzar con garantías en el conocimiento sin desbarrar en imprecisiones y errores léxicos que sumirían en el caos de la subjetividad a la ciencia que les corresponde custodiar.

Ejemplo por antonomasia de la salvaguarda por el rigor terminológico es el de la Real Academia de la Lengua Española, cuyo patrimonio además coincide con el propio idioma, el mismo que, continuamente, facciones radicales pretenden secuestrar para ponerlo al servicio de sus intereses ideológicos y políticos, como sucede con la promoción del intencionalmente denominado “lenguaje inclusivo”.

Se trata de evitar desastres como la ideologización que padecemos hoy en la educación, donde la rendición a la corriente pedagógica progre se inició con el enarbolamiento de los eslóganes incendiarios del sesentayocho y la narrativa revolucionaria, y que ha acabado por arruinar una de las disciplinas clave en la sociedad, sometida hoy a la férrea dictadura de la dialéctica neomarxista, que le impide ejercer en verdad.

El mantra del “lenguaje del pueblo” equivale a dar perlas a los cerdos (Mt 7,6); “hablar de manera que todos lo puedan entender” es la operación contraria a hablar con parábolas, que, como dijo les Jesucristo a sus discípulos, las formulaba para que solo las entendieran los que viendo, ven y oyendo, oyen (Lc 8,10). Lo evangélico no es el abajamiento de lo excelso, todo lo contrario, lo es la elevación de lo mísero.

Pero, como decíamos, no solo se ha encargado, directa o indirectamente, a los medios de comunicación de transmitir la consigna de asaltar el fortín del depósito de la fe mediante el cañoneo del lenguaje eclesial, sino también a los enemigos internos, incluyendo aquellos quintacolumnistas camuflados en las estructuras de la Iglesia. Los atentados son innúmeros desde todos los ángulos y sin ninguna contención, alcanzando hace tiempo a pisar claramente el terreno de la herejía.

Y eso hace Papafrancisco como una apisonadora: deconstruir el lenguaje eclesial para convertir en valor democratizador su desacralización y vaciado. Entroniza en sus escritos un lenguaje trivial, coloquial, con expresiones rayanas con lo vulgar, con la manida excusa de conectar mejor con el pueblo. Como si el carisma de un hombre de Dios dependiera de tratar a los fieles como pobres incapaces. Como si el Evangelio necesitara ser frivolizado para llegar a los corazones.

¡Ahí está el modelo del carismático y sin embargo sólido Juan Pablo II para rebatirlo! Pero, insistimos, lo que en realidad se oculta tras esa pretensión de hacerse entender es una perversa intención manipuladora.

Más allá de la ausencia de una visión trascendente en su estilo de manual de autoayuda, se observa en los documentos de Bergoglio un concienzudo ejercicio de poda léxica del Magisterio. Fundamenta su secularización en la sustitución de términos clave del catolicismo, perfectamente aquilatados durante dos milenios de decantación, por palabras fraudulentas, por neologismos advenedizos, por expresiones talismán que, bajo apariencia genuina, son anfibológicas, encierran acepciones corrosivas que, inoculadas en el discurso eclesiástico, funcionan como auténticos caballos de Troya al servicio de la estrategia de la mundanidad.

Lo sorprendente es que los católicos sigan dormidos y no se percaten de este auténtico asalto, porque, además de ser evidente para quien no padezca de una grave atrofia crítica, el enemigo no se esconde: https://www.vidanuevadigital.com/2022/12/22/el-papa-francisco-a-la-curia-la-herejia-verdadera-consiste-en-dejar-de-traducir-el-evangelio-a-los-lenguajes-y-modos-actuales/ .

Esta trasposición del lenguaje que está haciendo el okupa del Vaticano es multiforme y extiende sus tentáculos a prácticamente todas las técnicas y estratagemas conocidas por la artería de la charlatanería.

Su vertiente más anecdótica sería la del juego simpatizador, la que trata de mostrar a Bergoglio como un tipo pintoresco, apegado a su tierra y su cultura, a quien la dignidad de ‘Papa’ no le ha asfixiado una expresividad espontánea y socarrona que se manifiesta con términos y giros peculiares que incluso han sido bautizados como “bergoglismos”.

“¿Quién podía decirme, hace cincuenta años, que iba a ser recibido por un papa neologista, que reinventa el latín, el español, el italiano…?”, apuntó a Papafrancisco un ex alumno suyo del colegio Inmaculada Concepción de Santa Fe, Jorge Milia, al que ha colocado en L’Osservatore Romano para explicar y normalizar esos modismos (https://www.unisabana.edu.co/fileadmin/Archivos_de_usuario/Documentos/Documentos_visita_del_papa/Jerga_y_bergoglismos.pdf ).

“Hacer lío”, “misericordiar”, “balconear” o “tener cara de vinagre” serían “bergoglismos” procedentes del hablar lunfardo que habría que comprender en su justo significado, sin más. Pero la operación “Papa del pueblo” que aquí muestra uno de sus chirriantes recursos no cuela. Pues, ¿qué deberíamos entender cuando Papafrancisco insta a seguir armando lío a una monja mediática defensora del aborto y de la blasfemia de que la Virgen Santísima y san José mantenían relaciones sexuales (https://www.europapress.es/sociedad/noticia-monja-sor-lucia-caram-afirma-papa-le-instado-seguir-armando-lio-20161006192333.html#google_vignette )? ¿Debemos chancearnos y darle una palmada cómplice en la espalda?

Pero, como decimos, hay mucho más, y de mayor gravedad, en el ataque al lenguaje y el pensamiento eclesiales por parte del falso inquilino del Vaticano. Si Dios quiere, seguiremos analizándolo en próximos capítulos para espabilar a tanto católico dormido como hay.

Alex Holgado

 

 

 

Acceso a los Capítulos Anteriores:

  • Capítulo 1:

LA ABERRACIÓN LLAMADA ‘PAPAFRANCISCO’

 

  • Capítulo 2:

EL RUPTURISMO DE ACEPTAR A ‘PAPAFRANCISCO’.

 

  • Capítulo 3:

LA TRAMPA ‘PAPAFRANCISCO’ EN SU LENGUAJE.

 

  • Capítulo 4:

LA TRAMPA ‘PAPAFRANCISCO’ EN SU LEGUAJE (2)

 

  • Capítulo 5:

LA TRAMPA ‘PAPAFRANCISCO’ EN SU LEGUAJE (3)

 

  • Capítulo 6

LA TRAMPA ‘PAPAFRANCISCO’ EN SU LENGUAJE (4) – EL GRAN DEMAGOGO ‘PAPAFRANCISCO’

 Y SUS RECURSOS NECIOS.


  • Capítulo 7
PAPAFRANCISCO Y LA TRAMPA PSICOLÓGICA DEL DOBLE VÍNCULO.

 

  •  Capítulo 8

ABORTO Y PAPAFRANCISCO: CRONOLOGÍA DE UN IGNOMINIOSO BLANQUEAMIENTO.

 

 

 

 

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