El mayor holocausto de la Historia (I)

 

Se suele señalar la segunda guerra mundial como el acontecimiento con mayor número de víctimas humanas en la historia, si bien algunos imputan a la dictadura comunista de Mao Tse-Tung una cantidad aún superior. En total, unos sesenta (segunda guerra) o sesenta y cinco (Mao) millones de personas. Sin duda es algo horroroso. Si nos suele conmover la muerte de algunos grupos numerosos de personas, sea por accidente, sea por atentado, un número tan enorme de víctimas nos debería sobrecoger mucho más. Es cierto que la psicología humana, con una capacidad de conmoción muy reducida, dado lo pequeño del mundo en que solemos movernos, a veces siente más la pérdida de una o dos personas que la de mil. Sin que eso sea erróneo o irracional, dado que la dignidad de una persona es tan grande que merece ser tan sentida como la de mil, si nos atenemos a la estricta lógica, sesenta millones de víctimas personales, todas ellas igualmente dignas, debería producirnos un estremecimiento de horror y un rechazo racional extraordinario.

Sin embargo, el mayor holocausto de la historia no lo están perpetrando las guerras, sino la paz y la prosperidad económica de finales del siglo XX y principios del XXI. Según el informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS)[1], en nuestros días y desde hace un tiempo se provocan unos ¡setenta y tres millones! (73.000.000) anuales de abortos voluntarios en el mundo, una cantidad que, sin recoger más que los datos oficiales, sobrepasa el número de víctimas de la Segunda Guerra Mundial –y el de Mao–, y pasa a ser la mayor masacre de la historia. Máxime si se tiene en cuenta que esa guerra duró seis años (1939-1945) –y Mao, 25 en el poder–, de modo que, promediando las víctimas por los años, nos saldrían a unos 10 millones por año –y 2,6 millones, Mao–, mientras que la cifra que nos ha proporcionado la OMS corresponde a un solo año. Es como si cada año suprimiéramos del mapa a una gran nación mayor que el Reino Unido, o sea, más o menos, el uno por ciento de los humanos sobre la tierra, y a un ritmo superior a dos abortos por segundo. Mantenida esa misma cantidad total durante seis años, que es lo que duró la mencionada contienda mundial, el monto de los abortos ascendería a (73×6) 438 millones de seres humanos…  Y, si en estos años se ha llegado a un número tan escalofriante de abortos, pero no ha sido de golpe, sino poco a poco, año a año, cabe sospechar que en conjunto ese enorme número de víctimas resultante ha sido ampliamente rebasado desde que se permite legalmente, y se subvenciona socialmente, el aborto.

Si la guerra, o los regímenes comunistas, son modos racionalmente equivocados de resolver problemas sociales precisamente por las víctimas e injusticias que llevan consigo, ¿qué decir del aborto provocado? Muchas de las muertes de una guerra o de un conflicto social cruento lo son de personas moralmente responsables de sus actos, mientras que todas las de los abortos son seres humanos no nacidos, es decir, inocentes de toda responsabilidad y de toda posible maldad. Ellos han sido convocados por otros seres humanos sin que contaran con su anuencia, y cuando llegan al seno de sus madres no sólo no los quieren, sino que los torturan y ejecutan. No existe una injusticia mayor que la de quitar la vida a los más inocentes, y precisamente por voluntad de los que tienen una mayor obligación para con ellos.

El silencio clamoroso

Los defensores del aborto alegan la libertad individual como razón para instaurar y mantener el aborto voluntario en los países civilizados, pero en realidad lo que mueve a sus mentores es el miedo a una imaginaria superpoblación de la tierra. Ellos, que parecen confiar tanto en la ciencia, todavía no se dan por enterados de las capacidades humanas ni de la creatividad de nuestra inteligencia, que allana montañas, y eleva costas, haciendo rendir fruto hasta a los desiertos y a los fondos de los mares. Tampoco tienen en cuenta que en los últimos tiempos se están realizando grandes hazañas, como ir a la Luna o enviar sondas espaciales, incluso se ha empezado a estudiar y preparar la habitabilidad de nuestro satélite o de algún planeta cercano. Hablan mucho de progreso, pero tienen un miedo irracional al futuro, porque no confían ni en Dios ni en los hombres.

En cuanto a las libertades, el aborto provocado hace un daño terrible a las personas individuales y a la sociedad. En cada aborto están involucradas varias otras personas aparte de los progenitores directos, como son los padres de ambos, y algunas personas próximas (hermanos, y amigos). Todos ellos, aunque en distinto grado, quedan moralmente afectados por esa decisión, si es que la apoyan. Más aún lo están los inductores sociales y los ejecutores materiales que lo promueven y realizan. Aun calculando sólo el número de los inmediatamente dañados de modo moral por el aborto, y reduciéndolo, por ejemplo, a un promedio de tres personas, el efecto desmoralizador de los abortos sobre la sociedad es demoledor. Año por año habría ido afectando a la moralidad de unos (73M x 3) 219 millones de personas consecutivamente.

Los abortos provocados producen la ruptura del vínculo natural más fuerte entre personas humanas, el vínculo padres-hijos, por lo que la calidad del daño moral que inducen es socialmente pésima. Téngase en cuenta que las personas que abortan lo suelen hacer bajo presión social, y en su elección anteponen, a la vida del ser más próximo que pueden tener, determinadas circunstancias personales –comodidad, imagen, trabajo, estudios, dinero, etc.– hasta el punto de llegar a eliminarla. ¿Qué ley humana las detendrá en el futuro cuando se les interponga cualquier obstáculo a sus propósitos, planes, aparentes conveniencias o intereses? Si no hay respeto por la vida de los propios hijos, ¿qué cosa merecerá respeto, dejando aparte las sanciones, en una sociedad que establece y fomenta por ley la posible ejecución de millones de sus congéneres completamente inocentes?

Mientras tanto, mientras cada segundo son ejecutados legalmente más de dos seres humanos sin que tengan culpa alguna, nuestras sociedades, tan satisfechas, no sólo no se estremecen, ni tan siquiera quieren enterarse, vayan a perder su falsa paz. No ha habido tirano ni guerra, por primitivos o sofisticados que fueran, más crueles e inhumanos que nuestras prósperas sociedades. Un silencio clamoroso sube cada instante a las alturas. Si la sangre de Abel clamaba al cielo, ¿qué clamor no subirá ante Dios desde estas multitudes de inocentes sacrificados en aras de los vicios, de los prejuicios sociales, de los falsos derechos de quienes rechazan sus obligaciones? ¿Qué ofensa al Creador habrá mayor que eliminar por ley a decenas de millones de criaturas suyas que nada han hecho salvo el haber sido procreadas por otros?

Ignacio Falgueras Salinas



[1] https://www.who.int/news-room/fact-sheets/detail/abortion 30/10/2025 a las 18:30Overview. Around 73 million induced abortions take place worldwide each year. Six out of 10 (61%) of all unintended pregnancies, and 3 out of 10 (29%) of all pregnancies, end in induced abortion.















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