El fruto del Vaticano II después de 60 años: la transformación de la iglesia católica en una pseudo-Iglesia de la Nueva Era

 

En la parte anterior, abordamos la teología histórico-crítica (en lo sucesivo la THC), que se inscribe en el marco del modernismo, y su condena por parte de la profesora Linnemann. Al mismo tiempo, señalamos algunas de las herejías modernistas reprobadas por el papa san Pío X.

En lo que respeta a los dogmas y las herejías, el cardenal Ratzinger expresó lo siguiente: «En esta visión subjetiva de la teología, el dogma es considerado con frecuencia como una jaula intolerable. Se ha perdido de vista el hecho de que la definición dogmática es un servicio a la verdad, un don ofrecido a los creyentes por la autoridad querida por Dios. Los dogmas —las murallas que protegen a las ovejas de los lobos— no son murallas que nos impiden ver, sino, muy al contrario, ventanas abiertas al infinito.
En el canon 751 se dice: “Se llama herejía la negación pertinaz, después de recibir el bautismo, de una verdad que ha de creerse con fe divina y católica, o la duda pertinaz sobre la misma”. El canon 1364 establece que el hereje —a la par que el apóstata— incurre en la excomunión latae sententiae...
Esa “negación” y esa “duda pertinaz” de que se habla no las encontramos hoy día casi nunca. Y no porque no existen, sino porque no quieren aparecer como cuentos».

En su encíclica Pascendi Dominici gregis, san Pío X escribe: «Los modernistas (actualmente la THC) no vacilan a cada paso en asegurar que es necesario admitir la evolución vital de los Libros Sagrados, que nace del desenvolvimiento de la fe y es siempre paralela a ella.
Añaden, además, que las huellas de esa evolución son tan manifiestas, que casi se puede escribir su historia. Y aun la escriben en realidad con tal desenfado, que pudiera creer que ellos mismos han visto a cada uno de los escritores.
Y, para confirmarlo, se valen de la crítica que se denomina textual , y se empeñan en persuadir que este o aquel otro hecho o dicho no está en su lugar, y traen otras razones por el estilo. Parece en verdad que se han formado como ciertos modelos de narración o discursos, y por ellos concluyen con toda certeza sobre lo que se encuentra como en su lugar propio y qué es lo que está en lugar indebido. (...)
Quien los oiga hablar de los Libros Sagrados, en los que es dado descubrir tantas incongruencias, creería que casi ningún hombre antes de ellos los ha hojeado , y que ni una muchedumbre casi infinita de doctores, muy superiores a ellos en ingenio, erudición y santidad de vida, los ha escudriñado en todos sus sentidos. En verdad que estos sapientísimos doctores tan lejos estuvieron de censurar en nada las Sagradas Escrituras, que cuanto más íntimamente las estudiaban mayores gracias daban a Dios porque así se dignó hablar a los hombres. Pero ¡ay, que nuestros doctores no estudiaron los Libros Sagrados con los auxiliares con que los estudian los modernistas (actualmente la THC)! Esto es, no tuvieron por maestra y guía a una filosofía que reconoce su origen en la negación de Dios ni se erigieron a sí mismos como norma de criterio .
Nos parece que ya está claro cuál es el método de los modernistas (actualmente la THC) en la cuestión histórica. Precede el filósofo (ateo); sigue el historiador (ateo); luego ya, de momento, viene la (atea) crítica interna y textual. Y es evidente que semejante crítica no es una crítica cualquiera, sino que con razón se la llama agnóstica, inmanentista, evolucionista; de donde se colige que el que la profesa y usa, profesa los errores implícitos de ella y contradice a la doctrina católica .
Siendo esto así, podría sorprender en gran manera que entre católicos prevaleciera este linaje de crítica (filosófico-histórica) . Pero esto se explica por una doble causa:

1) El poder de la unidad: la alianza que une estrechamente a los historiadores y críticos de este jaez , por encima de la diferencia de religión.
2) El poder de la demagogia: la grandísima audacia con que todos unánimemente elogian y atribuyen al progreso científico lo que cualquiera de ellos profiere y con que todos arremeten contra el que quiere examinar por sí el nuevo portento , y acusan de ignorancia al que lo niega mientras aplauden al que lo abraza y defiende. Y así se alucinan muchos que, si consideran mejor el asunto, se horrorizarán.
Un favor, pues, del poderoso dominio de los que yerran y del incauto asentimiento de ánimos ligeros se ha creado una como corrompida atmósfera que todo lo penetra, difundiendo su pestilencia .
También es deber de los obispos cuidar que los escritos de los modernistas (actualmente los escritos histórico-críticos) o que saben a modernismo o lo promueven no sean leídos . No se permita tampoco a los adolescentes de los seminarios cualesquiera libros, periódicos y revistas de este género, pues no les harían menos daño que los contrarios a las buenas costumbres; antes bien, les dañarían más por cuanto atacaran los mismos principios de la vida cristiana . (...)
Queremos, pues, que los prelados de la Iglesia, depuesto todo temor, y sin dar oídos a la prudencia de la carne ni a los clamores de los malos, desempeñen cada uno su cometido , con suavidad, pero constantemente . Los ordinarios procuran proscribir y quitar de manos de los fieles los libros y otros escritos nocivos publicados o extendidos en la diócesis . (...)
¿Qué no maquinan los modernistas (actualmente los teólogos histórico-críticos) a trueque de aumentar el número de sus secuencias? En los seminarios y universidades andan a la caza de las cátedras, que se convierten poco a poco en cátedras de pestilencia.
Estos son los malabarismos con que los modernistas gastan sus mercancías. Con todo este estrépito, así de alabanzas como de vituperios, conmovidos y perturbados los entendimientos de los jóvenes, por una parte para no ser tenidos por ignorantes, por otra para pasar por sabios, a la par que estimulados interiormente por la curiosidad y la soberbia, acontece con frecuencia que se dan por vencidos y se entregan al modernismo (actualmente la THC).
... hoy no es menester ya ir a buscar los fabricantes de errores entre los enemigos declarados: se ocultan en el seno y gremio mismo de la Iglesia , siendo enemigos tanto más perjudiciales ... Ellos traman la ruina de la Iglesia, no desde fuera, sino desde dentro: en nuestros días, el peligro está casi en las entrañas mismas de la Iglesia y en sus mismas venas; y el daño producido por tales enemigos es tanto más inevitable cuanto más a fondo conocen a la Iglesia. Añádase que han aplicado la segur no a las ramas, ni tampoco a débiles renuevos, sino a la raíz misma; esto es, a la fe ya sus fibras más profundas. Mas una vez herida esa raíz de vida inmortal, se empeñan en que circule el virus por todo el árbol, y en tales proporciones que no hay parte alguna de la fe católica donde no pongan su mano, ninguna que no se esfuercen por corromper ».

El llamado método histórico-crítico ya ha contaminado toda doctrina y moral. Los teólogos modernistas quedan sujetos a la pena más severa de excomunión de la Iglesia, según el canon 1364: «El apóstata de la fe o el hereje incurren en excomunión latae sententiae...». En el canon 751 leemos: «Se llama herejía la negación pertinaz, después de recibir el bautismo, de una verdad que ha de creerse con fe divina y católica, o la duda pertinaz sobre la misma».

El actual sistema apóstata se aprovecha de la estructura eclesiástica, ya que esta detenta el poder ejecutivo. A los defensores de la fe se les destituye de sus cargos y se les expulsa de la Iglesia, mientras que los herejes quedan impunes. El público católico está desorientado y considera a los injustamente castigados como los verdaderos culpables y los trata como cuentos. A los herejes, en cambio, se les venera y respetan como pastores legítimos.

El archihereje Bergoglio ha abusado de su autoridad hasta el extremo. Ha usurpado el poder supremo en la Iglesia y lo ha utilizado para destruir las raíces de esta última. Concretamente, ha declarado una rebelión contra Dios al publicar la así llamada declaración doctrinal Fiducia supplicans. De este modo, ha transformado la Iglesia en la sinagoga de Satanás que profesa un antievangelio sodomítico. Lo escandaloso es que obispos, sacerdotes y creyentes lo toleran. Por su cobarde sumisión al apóstata, hacen caer también sobre sí mismos el anatema de Dios y la pena de excomunión. El pseudopapa, en su anti-Iglesia, los está arrastrando a la perdición eterna. Para distraer la atención de su crimen, ha proclamado un circo jubilar con peregrinaciones e indulgencias. Culminará el 5 de septiembre. Ese día, una marcha del orgullo gay pasará por la puerta del jubileo y obtendrá indulgencias jubilares arcoíris. Bergoglio se ríe descaradamente de los obispos y sacerdotes católicos, y ya está planeando más caos mediante la abolición del celibato, la ordenación de diaconisas y sacerdotisas, y la degradación de la santa misa con la introducción de prácticas paganas.

¿Sigue siendo posible un rescate ahora, en 2025? Sí lo es, pero solo a través del verdadero arrepentimiento. ¿En qué consiste? En tres puntos:
1. Cada obispo, con su diócesis, debe renunciar públicamente a la suicida Fiducia supplicans.
2. Cada obispo, con su diócesis, debe separarse del ilegítimo papa Bergoglio.
3. Cada obispo debe romper con el herético Vaticano II y sus herejías modernistas de la THC y el sincretismo con el paganismo.

Los fieles y los sacerdotes deben presionar a su obispo a través de oración perseverante, cartas personales o visitas grupales. Sin ejercer esta presión, los obispos no se resistirán al sistema apóstata.

+ Elías
Patriarca del Patriarcado católico bizantino

+ Método OSBMr + Timoteo OSBMr
Obispos secretarios

 

 

 


 

 

 

 

 

 

 

 

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