Calentarse frente a un buen fuego tendría los días
contados si Bruselas aprueba los cambios sobre calderas, estufas y
chimeneas de leña y pellets.
Calentarse frente a un buen fuego puede tener los días contados. La Unión Europea pretende cambiar la normativa que afecta a calderas, estufas y chimeneas de leña y pellets para reducir las emisiones de carbono a niveles tan bajos que, a día de hoy, no existe ningún equipo capaz de cumplir los límites. De seguir adelante con sus intenciones, la Comisión estaría planteando la prohibición definitiva de este tipo de instalaciones para 2027.
El proyecto se iba a presentar este pasado 12 de febrero, pero la Comisión Europea finalmente reculó y decidió retrasarlo. Ese documento propone unas restricciones de emisiones tan estrictas que "un 97% de las estufas y chimeneas de leña no se podrían utilizar y un 83% de los equipos de pellet tampoco", según explica el presidente de la Asociación Española de Fabricantes de Estufas, Chimeneas y Cocinas para Combustibles Sólidos (AEFECC), Carlos Oliván.
"Podemos reducir las emisiones un 30%. Podemos intentar reducirlas un 40% en algunos casos. Pero reducirlas a un tercio es simplemente imposible. No está al alcance de la técnica actual, muchísimo menos en un plazo de dos años. Y realmente esto supone, aunque no lo plantean como tal, una prohibición de facto de los equipos de leña y pellet", alerta Oliván.
Dos millones de hogares españoles afectados
Aunque el borrador del documento que maneja la UE no prohíbe el uso de las chimeneas o estufas ya instaladas, sí podría impedir o dificultar las reparaciones de estos equipos o su renovación con modelos más eficientes porque, a partir de 2027, señala Oliván, no se va a poder poner ningún equipo en el mercado.
El número de afectados sería "como mínimo dos millones de hogares en España que se calientan únicamente o como complemento" con leña o pellets, según estimaciones de la AEFECC. No existe un inventario o registro oficial porque, a diferencia del gas y la luz, no hay contadores o contratos de suministro. "Eso es muchísima gente que tiene acceso a una calefacción barata y a la que se les van a poner muchos límites", explica Oliván.
Pero además de las familias y las empresas que dependen de la biomasa, hay otros muchos sectores afectados como las fábricas, las tiendas o los instaladores. Incluso también desaparecería la industria dedicada al reciclaje de materiales para fabricar pellets. De forma paralela, habría que incrementar los servicios de limpieza y desbroce de montes a costa del erario público para cubrir la labor de los vecinos que ahora mismo se están encargando de esa tarea a cambio de leña gratis.
Más demanda eléctrica
La alternativa, señala Oliván, "es depender de una red eléctrica que se va a saturar por los vehículos eléctricos y una calefacción eléctrica que no siempre va a ser fiable y que tendría que redimensionarse en el plazo de dos años para atender la demanda de calefacción eléctrica en toda Europa".
El presidente de la AEFECC también alerta de que "la red eléctrica puede tener cortes" mientras que "el que tiene una estufa o una chimenea de leña, sabe que con una leñera bien provista puede aguantar un invierno".
Mientras España está disparando las compras de gas a EEUU en plena amenaza arancelaria de Donald Trump, con un panorama internacional revuelto y con la obsesión antinuclear de Sánchez, veremos si la Unión Europea decide echar más leña al fuego y acabar vetando una fuente de energía de la que dependen millones de europeos.
Marta Arce
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