Rodolfo Terragno descubrió el Plan Maitland de casualidad, mientras revisaba cartas y documentos de oficiales escoceses de principios del siglo XIX en Londres, la ciudad en la que se refugió huyendo de la dictadura de Jorge Rafael Videla. El escritor y político argentino buscaba cualquier dato sobre los posibles contactos que el famoso libertador de Argentina, Chile y Perú, José de San Martín, pudiera tener en Europa. «Mi pretensión era encontrar alguna aguja en aquel pajar. Para ello recorría los manuscritos en busca de referencias a Sudamérica, en particular al Río de la Plata», contaba en su libro 'Maitland & San Martín' (Universidad Nacional de Quilmes, 1998).
Uno de los archivos hallados fue la colección Steel-Maitland, que estaba formada por una serie de papeles privados custodiados por el Archivo General de Escocia. En ellos se citaba a varios oficiales de la familia Maitland, pero en ese momento Terragno no prestó mucha atención a un tal Sir Thomas, que era uno de los menos relevantes para su investigación. «Un día de 1982, sin embargo, en el inventario encontré algo que me conmovió. Era una referencia a 47 páginas manuscritas, sin fecha, que un funcionario del archivo había registrado con el siguiente título: 'Plan para capturar Buenos Aires y Chile y luego emancipar Perú y México'», recordaba.
A Terragno le llamó mucho la atención el documento y pidió que le dejaran consultarlo. No se imaginó entonces que lo que tenía entre manos, perdido durante casi dos siglos entre un montón de papeles olvidados, era el plan que Gran Bretaña diseñó para conquistar o controlar los territorios que España poseía en América y arrebatarle, así, su imperio. Resulta extraño que, a pesar de su importancia, el plan pasara desapercibido para muchos historiadores a ambos lados del Atlántico.
Antes de sacarlo a la luz, Terragno tuvo que averiguar quién era Thomas Maitland, con quién estaba conectado, qué le llevó a planear el control de Sudamérica y cómo acabó convirtiéndose en el cerebro en la sombra de la independencia de la América española. Para Cesáreo Jarabo Jordán, que acaba de publicar 'El fin del Imperio de España en América' (Sekotia), el germen del odio viene de lejos: «Se manifestó por primera vez cuando Felipe II dejó de ser Rey de Inglaterra e Irlanda en 1558. Los ingleses volcaron entonces toda su piratería sobre los españoles y continuaron atacándoles durante todo el siglo XVIII, aunque no salieron bien parados. En la Ilustración se metieron en la política española y, cuando Napoleón invadió España, se presentaron como amigos, pero se dedicaron a destruir la incipiente industria del país a escondidas, con la excusa de la guerra, y a amparar a los líderes independentistas de América».
«Humillar a España»
El investigador español cree que «el Plan Maitland es el último episodio de esas conspiraciones contra España que se produjeron en los siglos anteriores». Posiblemente, el más importante. Jarabo Jordán lo define como un «plan de perfeccionamiento» de la 'Propuesta para humillar a España', otro panfleto, esta vez de autor desconocido, escrito en 1711 y publicado en Londres en 1739. En él se exponía una detallada operación para ocupar militarmente la región de Buenos Aires y extraer los metales preciosos de las minas de Potosí, con el objetivo último de abrir una nueva ruta comercial para introducir esclavos y manufacturas propias en Sudamérica. Todo ello, por supuesto, a costa del monopolio español.
Fue en 1799 cuando Thomas Maitland recibió el encargo de diseñar un nuevo plan para conquistar los territorios españoles de ultramar. Maitland solo era un general de brigada que conocía bien los asuntos de Indias, pues había participado en la invasión de la isla de La Española –la actual zona Haití–, que estaba sumida en una guerra de independencia. La operación fracasó, pero él se ganó el respeto de superiores como el diputado Sir John Coxe Hippisley, que le encargó redactar el documento en una nueva época de guerra entre España e Inglaterra.
Maitland trazó un plan preliminar que sugería atacar el Río de la Plata con un ejército de 10.000 hombres. «Hippisley me dio varios documentos relativos a las colonias hispanoamericanas y me pidió que los examinara para analizar la posibilidad de efectuar una operación militar ventajosa en esta parte del mundo. Ahora le expreso mi opinión con total convicción: sin ningún riesgo, con muy poco gasto y sin distraer ninguna parte importante de la fuerza disponible, creo que podría asestarse inmediatamente un golpe tan desventajoso para los intereses de España como beneficioso para los intereses políticos y comerciales de Inglaterra».
Las correcciones
El secretario de Estado para la Guerra, Henry Dundas, recibió el plan y quiso discutirlo con el autor, pues estaba de acuerdo con la importancia de asegurar nuevos mercados, aunque quería considerar una operación mayor para tomar «toda Hispanoamérica». Fue entonces cuando Maitland concibió la operación definitiva, que no estaba destinada a «asestar un golpe», sino a acabar con todo el imperio español americano. En ese sentido, la clave estaba en la costa occidental. Sostenía que, una vez tomados los asentamientos del Río de la Plata, bastaría con asegurarse el control de Perú para despojar a su eterno rival de todo su poder en América.
Las 47 páginas que encontró Terragno en Londres tenían muchas correcciones del autor. Todo indicaba que se trataba de los borradores de dos cartas conservadas como copias. Luego descubrió que la mención a México en el título era un error: el objetivo del plan era realmente emancipar Perú y Quito, como se conocía entonces a Ecuador. De hecho, al exponer su proyecto, Maitland tachó las menciones a «México» y escribió «Quito» debajo, pero se olvidó del encabezado y la conclusión.
Dundas recibió el plan definitivo en 1800 y constaba de ocho pasos: conquistar Buenos Aires con 4.000 soldados de infantería y 1.500 de caballería, tomar posiciones en Mendoza para tener acceso a los Andes, llevar a cabo ataques para debilitar al Ejército español en Chile, cruzar la cordillera, derrotar al enemigo en la costa para terminar de controlar el país, continuar por mar hasta Perú y emancipar dicha región junto a Quito. «Ese es el final de nuestra empresa, que desmantelará todo el sistema colonial», advertía Maitland.
San Martín
Sin embargo, no hubo tiempo de aprobarlo. Tras una serie de escándalos, el Rey Jorge III forzó la dimisión del primer ministro británico, William Pitt 'El Joven', y con él se fue Dudas. Ambos volvieron al Gobierno por un breve periodo, pero la acusación por corrupción de este último y la muerte del primero hicieron que el plan cayera en el olvido. Los documentos originales permanecieron ocultos durante 181 años, hasta que Terragno los descubrió en Londres. Hasta ese momento, no había ni un solo rumor sobre el Plan Maitland, ni referencia alguna a su autor, en toda la bibliografía sobre la independencia de Hispanoamérica.
Lo curioso es que, quince años después de perderse el documento, el célebre militar criollo José de San Martín llevó a cabo su exitosa campaña e independizó a Argentina, Chile y Perú, para lo que calcó paso a paso lo expuesto por Maitland en su plan: en 1814 se estableció en Mendoza, luego formó allí un ejército, cruzó la cordillera de los Andes, derrotó a los realistas en Chile, armó una flota, siguió por mar hasta Perú, desembarcó en Lima y, en 1821, se adueñó del corazón del imperio español en América.
Algunos historiadores defienden que el libertador podría haber conocido el documento, ¿Cómo? Tras nacer en Yapeyú (Virreinato del Río de la Plata), se había formado en España y luchado contra los franceses en la Guerra de Independencia, pero en 1811 regresó a América, pasando por Londres, con la intención de apoyar a los independentistas. Y aunque lo cierto es que San Martín era entonces un desconocido y sus actividades en Londres no están bien documentadas, se sabe que allí coincidió con otros militares españoles criollos partidarios de romper el vínculo con Madrid y que tuvo contacto con personajes decisivos como el propio Hippisley, que es probable que guardara el escrito original.
«Yo lo descubrí cuando empecé a escribir mi trabajo '1898. Un hito en la gran traición' (SND, 2022). Al leerlo, me dejó de piedra», asegura Jarabo Jordán, que concluye: «Yo creo que no se ha dado a conocer más porque al Gobierno de Londres no le ha interesado. Sin duda, la propuesta de Maitland fue determinante para la historia británica, porque cuando San Martín llegó a Buenos Aires en 1812, la siguió al pie de la letra. A corto y medio plazo significó la atomización de España, la creación de veinte repúblicas y una monarquía que se sometió económicamente a Gran Bretaña hasta hoy. A largo plazo, la consecuencia fue la sumisión total de la hispanidad. España no cuenta desde la independencia de Cuba, Puerto Rico y Filipinas en 1898, pero ya en el siglo XIX sólo contaba a expensas de los británicos. Las consecuencias del Plan Maitland llegan hasta el 2023».
Israel Viana
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