Videocarta, en la que abordamos el tema de actualidad relativo al regreso a la liturgia latina, es decir, tradicional. Al mismo tiempo, mostramos la esencia de la liturgia, que es la consagración (transubstanciación), y las condiciones para su validez.
El camino sinodal de Bergoglio culmina con su proclamación de nuevos paradigmas y un nuevo pseudoevangelio sodomítico en Fiducia supplicans. Medio año después, Bergoglio da otro paso: una farsa judicial contra el arzobispo verdaderamente católico Carlo Maria Viganò. La sentencia de este tribunal arbitrario es nula y carece de fuerza. El 28 de junio de 2024, el arzobispo Viganò emitió una declaración pública en respuesta a la farsa judicial. No compareció tras ser citado ante el llamado tribunal, ni presentó defensa alguna; por el contrario, anunció claramente que no reconocía esta falsa autoridad. Confirmó su posición en su declaración pública:
1) Bergoglio es un hereje manifiesto y, como tal, es un papa ilegítimo; es por eso por lo que no lo reconoce ni puede reconocer como papa. 2) Acusó a Bergoglio de usurpar el papado y apuntó la necesidad de deponerlo. 3) Inculpó a Bergoglio de crímenes contra la humanidad al promover la vacunación experimental masiva de ARNm. 4) Señaló la participación directa de Bergoglio en proyectos masónicos anticristianos y antihumanos.
En su declaración, el arzobispo Viganò también hizo
hincapié en que la situación catastrófica a la que Bergoglio ha llevado a la Iglesia tiene sus raíces en el Concilio Vaticano
II. Después de 60 años, sus frutos son visibles para todos. En particular,
el Concilio abrió la puerta al neopaganismo contemporáneo a través de la
herejía sincretista. La declaración Nostra
aetate estableció el respeto a los cultos paganos, de facto, a sus demonios. El
Concilio también revivió y privilegió la herejía del modernismo, condenada por san
Pío X, y abrió la Iglesia al espíritu del mundo bajo el lema del aggiornamento en lugar de al espíritu de
arrepentimiento. Con su lenguaje ambiguo, el Concilio dio cabida a la difusión masiva
de herejías.
El arzobispo Viganò muestra que una nueva entidad, la llamada Iglesia posconciliar y sinodal con enseñanzas heréticas y el espíritu del mundo, encabezada por Jorge Bergoglio, es ahora parasitaria de la Iglesia de Cristo. Esta anti-Iglesia es la antítesis de la Iglesia de Cristo.
La declaración del arzobispo Viganò ha arrojado luz para que muchos católicos se den cuenta de quién es Jorge Bergoglio. Al mismo tiempo, sin embargo, su declaración reveló que entre los tradicionalistas había activistas que actuaban como opositores a las pseudoreformas de Bergoglio, pero en un momento de crisis se opusieron radicalmente a la Iglesia de Cristo defendiendo al hereje manifiesto como si fuera un papa legítimo. Condenan demagógicamente al fiel arzobispo católico. Entre ellos se encuentran el historiador Roberto de Mattei, el obispo Schneider y otros. A estos seguidores del falso papa les hacemos la pregunta: ¿Qué pasa con el Concilio Vaticano I y el dogma de la infalibilidad papal? Si Bergoglio es el papa legítimo, entonces, según el dogma, es infalible en materia de fe y moral. Sin embargo, ha cambiado los paradigmas, ha legalizado el pecado de sodomía y, además, ha ordenado su bendición. ¿Sigue siendo infalible? ¡Pero entonces resulta que Dios, toda la Sagrada Escritura y toda la tradición eclesiástica son falibles!
Preguntamos a estos tradicionalistas: ¿qué sentido tiene poner de relieve la liturgia tradicional y someterse al apóstata público Bergoglio, que suprime las verdades fundamentales de la fe y la moral e introduce una nueva doctrina, es decir, un antievangelio con el espíritu de Anticristo?
El arzobispo Viganò deduce claramente de las Escrituras y de la tradición de la Iglesia que un hereje manifiesto no puede ser papa. Quien afirma que puede seguir siendo papa y que lo es, está obligado a obedecerle, lo que significa oponerse al Evangelio de Cristo y a Dios Creador y precipitarse ciegamente a la perdición eterna.
Hoy día está de actualidad el debate sobre el retorno a la liturgia latina, es decir, tradicional. ¿Por qué el arzobispo Viganò pone el acento en la liturgia latina tradicional? Porque está vinculada a la tradición doctrinal, a la moral cristiana y a la práctica de la vida. Su base es el camino del arrepentimiento, o cambio de mentalidad. Se trata del cambio de la manera de pensar egoísta a la manera de pensar que hay en Jesús: «Haya en vosotros esta manera de pensar que hubo también en Cristo Jesús» (Flp 2, 5s.). Por lo tanto, todos deben esforzarse por tener el Espíritu de Cristo (Rm 8, 9), y el primer requisito es resistir al espíritu de este mundo.
Supongamos que los obispos africanos que no reconocen Fiducia supplicans se separarían también de la subordinación a Bergoglio. Posteriormente, reconocerían al arzobispo Viganò, quien ahora representa a la verdadera Iglesia de Cristo, como un verdadero papa. Otros obispos y sacerdotes católicos ortodoxos podrían entonces unirse a esta Iglesia oficial de Cristo. Surge la pregunta: ¿qué liturgia deberían celebrar? ¿Es una condición que la liturgia latina deba introducirse en todas partes? No creemos que esta condición sea necesaria. Tal vez bastaría con modificar la liturgia existente, que se celebra desde hace 60 años, y con modificar el espacio litúrgico. ¿Cómo? La posición del sacerdote en la misa debería cambiarse a la tradicional, a la que se ha utilizado en la Iglesia oriental y en la liturgia latina, a saber, no de cara al pueblo, sino junto con el pueblo de cara al centro, es decir, a Dios en el sagrario.
Hoy en día, todo debe sacrificarse en aras de lo fundamental, de la renovación interior del alma católica. Es necesario guiar a los fieles católicos para que incorporen una rutina diaria de oración en su vida personal, al menos una hora de oración al día. Las personas consagradas a Dios deben darle a Dios al menos un diezmo de su tiempo, es decir, 2,5 horas al día.
También es necesario que cada católico comprenda la esencia de la liturgia y trate de vivirla, ya sea la liturgia latina o la misa contemporánea o la liturgia de San Juan Crisóstomo para los católicos orientales.
¿Cuál es la esencia de la sagrada liturgia? La esencia es la consagración, durante la cual se hace presente espiritualmente el sacrificio redentor de Cristo en la cruz. ¿Qué hace falta para que la consagración sea válida? El sacerdote debe estar debidamente ordenado; sin embargo, si ha abrazado el antievangelio sodomítico de Bergoglio y, por tanto, el espíritu del Anticristo, consagra inválidamente.
¿Puede consagrar válidamente un sacerdote que está en pecado grave? Puede, pero come y bebe juicio para sí. Debe arrepentirse lo antes posible, porque tanto el obispo como el sacerdote pueden condenarse eternamente si demoran el arrepentimiento.
El silencio antes de la consagración y una breve adoración de unos tres a cinco minutos después de la consagración pueden ayudar tanto al sacerdote como a los fieles a experimentar más profundamente la esencia de la santa liturgia, a saber, la actualización de la muerte de Cristo en el altar. Esto se puede aplicar a la liturgia latina, a la liturgia contemporánea o a la liturgia oriental.
+ Elías
Patriarca del Patriarcado católico bizantino
+ Metodio OSBMr + Timoteo OSBMr
Obispos secretarios
¿Es el regreso a la liturgia latina una condición para la renovación de la IglesiaɁ
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