Felipe VI consagra España al Corazón de Jesús


 En la espléndida y soleada mañana de ayer, 30 de mayo, Su Majestad el Rey Felipe VI, acompañado por la Reina Letizia y las Infantas, consagró el reino de las Españas múltiples y federales al Sagrado Corazón de Jesús, como lo hiciera su bisabuelo el rey Alfonso XIII, en una ceremonia religiosa celebrada en la Basílica del Cerro de los Ángeles.

En una solemne liturgia, en la que estuvieron presentes los obispos españoles, con el presidente de la Conferencia Episcopal Española, cardenal Ricardo Blázquez a la cabeza, acompañados de una ingente multitud de sacerdotes y fieles cristianos, el Rey Felipe VI señaló que “sintiendo la tradición católica de la realeza española y continuando gozosos la historia de su fe y de su devoción a Vuestra Divina Persona, confesamos que Vos vinisteis a la tierra a establecer el reino de Dios en la paz de las almas, redimidas por Vuestra Sangre y en la dicha de los pueblos que se rijan por vuestra santa Ley”.

El monarca, que estaba también acompañado de sus padres Don Juan Carlos y Doña Sofía, hermanas y sobrinos, recordó que Alfonso XIII, ese mismo día, hace cien años, se había referido a la participación en el poder de la realeza de los príncipes de la tierra que “de Vos reciben eficacia y sanción todas las leyes justas, en cuyo cumplimiento estriba el imperio del orden y de la paz”.

 


 

Ante un silencio que se cortaba, solo interrumpido por las voces de un grupo de manifestantes convocados por Unidas Podemos, el rey de España insistió, dirigiendo la mirada a la imagen del Sagrado Corazón de Jesús, que “España, pueblo de tu herencia y de tus predilecciones, se postra hoy reverente ante este trono de tus bondades que para Tí se alza en el centro de la península. Todas las razas que la habitan, todas las regiones que la integran, han constituido en la sucesión de los siglos y a través de comunes azares y mutuas lealtades esta gran patria española, fuerte y constante en el amor a la Religión y en su adhesión a la Monarquía”.

El Rey Felipe VI, que atraviesa un momento complejo por el anuncio referéndum sobre la monarquía por parte del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ausente de la ceremonia, se refirió al aspecto social del reinado del Corazón de Jesús: “Desde estas alturas que para Vos hemos escogido, como símbolo del deseo que nos anima de que presidáis todas nuestras empresas,
bendecid a los pobres, a los obreros, a los proletarios todos para que en la pacifica armonía de todas las clases sociales, encuentren justicia y caridad que haga más suave su vida, mas llevadero su trabajo”.

Al final de la consagración repitió un destacado párrafo del reciente documento que la Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal, que lleva por título “Centenario de la Consagración de España al Corazón de Jesús”, con motivo de esta efeméride. Un documento que recoge abundantes citas del que hicieran público los obispos en 1969, el 25 de mayo, con motivo del Cincuenta aniversario. 

Y en ese momento…, me desperté. Me había dormido leyendo el libro de Luis Cano, “Reinaré en España”. La mentalidad católica a la llegada de la Segunda República”, y claro…

 Francisco Serrano Oceja 

 

 

  Si el Sr. Borbón quitó el crucifijo en el acto de coronación, si no celebró una misa, cuando otras monarquías europeas sí celebran actos en la iglesia para encomendarse a Dios, es que ha dejado de ser el Rey Católico de España

No tendría sentido que alguien que estampa su firma al pie de leyes anticristianas acudiera a la consagración de España al Sagrado Corazón.


 El Rey Felipe VI ha sido nombrado Caballero de la Orden de la Jarretera. También ha sido iniciado el la 'Royal Alpha Lodge', dependiente de la Gran Logia de Inglaterra. Y, por último, le ha concedido la Gran Asamblea de la Masonería Española, la distinción de Caballero de la Orden Masónica del Fundador de los Francmasones. Con semejante historial, ¿cómo va a acudir a semejante y emblemática conmemoración religiosa? ¡Viva Cristo Rey ! y ¡Viva España! 

 

"Porque el que se avergonzare de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, el Hijo del Hombre se avergonzará también de él, cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles" (Mc. 8,38).

 


Fue en ese momento, con todos los asistentes arrodillados, cuando el rey Alfonso XIII se puso en pie y, en nombre del pueblo español, leyó la oración de consagración al Sagrado Corazón de Jesús, que dice así:

"Corazón de Jesús Sacramentado,

Corazón del Dios – Hombre, Redentor del Mundo,

Rey de Reyes y Señor de los que dominan:

España, pueblo de tu herencia y de tus predilecciones,

se postra hoy reverente ante ese trono de tus bondades

que para Ti se alza en el centro de la Península.

Todas las razas que la habitan, todas las regiones que la integran,

han constituido en la sucesión de los siglos,

y a través de comunes azares y mutuas lealtades, esta gran Patria Española,

fuerte y constante en el amor a la Religión y en su adhesión a la Monarquía.

Sintiendo la tradición católica de la realeza española

y continuando gozosos la historia de su fe y de su devoción a Vuestra Divina Persona,

confesamos que Vos vinisteis a la tierra a establecer

el Reino de Dios en la paz de las almas redimidas por vuestra sangre

y en la dicha de los pueblos que se rijan por vuestra santa Ley.

Reconocemos que tenéis por blasón de vuestra divinidad

conceder participación de vuestro poder a los príncipes de la tierra,

y que de Vos reciben eficacia y sanción todas las leyes justas,

en cuyo cumplimiento estriba el imperio del orden y de la paz.

Vos sois el camino seguro que conduce a la posesión de la vida eterna;

luz inextinguible que alumbra los entendimientos para que conozcan la verdad

y el principio propulsor de toda vida y de todo legítimo progreso social,

afianzándose en Vos y en el poderío y suavidad de vuestra gracia

todas las virtudes y heroísmos que elevan y hermosean el alma.

Venga, pues, a nosotros Vuestro Santísimo Reino,

que es Reino de justicia y de amor.

Reinad en los corazones de los hombres, en el seno de los hogares,

en la inteligencia de los sabios, en las aulas de las ciencias y de las letras

y en nuestras leyes e instituciones patrias.

Gracias, Señor, por habernos librado misericordiosamente

de la común desgracia de la guerra, que a tantos pueblos ha desangrado.

Continuad con nosotros la obra de vuestra amorosa providencia.

Desde estas alturas que para Vos hemos escogido

como símbolo del deseo que nos anima de que presidáis todas nuestras empresas,

bendecid a los pobres, a los obreros, a los proletarios,

para que en la pacífica armonía de todas las clases sociales encuentren justicia y caridad

que haga más suave su vida, más llevadero su trabajo.

Bendecid al Ejército y a la Marina, brazos armados de la Patria,

para que en la lealtad de su disciplina y en el valor de sus armas

sean siempre salvaguardia de la nación y defensa del derecho.

Bendecidnos a todos los que aquí reunidos en la cordialidad

de unos mismos santos amores de la Religión y de la Patria,

queremos consagraros nuestra vida pidiéndoos como premio de ella

el morir en la seguridad de vuestro amor

y en el regalado seno de vuestro Corazón adorable.

Así sea".

 

 

 

1 comentario:

  1. Éste artículo se llama bastante al engaño.Sobra la primera parte.

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