El perverso plan para desplazar a los palestinos al Sáhara Occidental
La carta publicada recientemente en The Washington Timespropone una idea tan escandalosa como inhumana: trasladar a los palestinos desde su tierra ancestral en Gaza al Sáhara Occidental. Este planteamiento, disfrazado de «solución práctica», no es más que un intento desesperado de dos potencias ocupantes –Israel y Marruecos– por destruir los derechos de dos pueblos resistentes: los palestinos y los saharauis.
Un exilio doblemente cruel
El pueblo palestino lleva décadas sufriendo el desplazamiento
forzado, la ocupación militar, los bombardeos y el apartheid israelí.
Ahora, según esta propuesta indecorosa, se les quiere arrancar
nuevamente de su tierra –por la que han pagado con sus vidas y su
sangre– y exiliarlos al territorio de otro pueblo, el saharaui, que enfrenta su propia lucha por la autodeterminación contra Marruecos.
Esta idea no solo perpetúa el desarraigo y la negación de los derechos
palestinos, sino que busca pisotear las aspiraciones soberanas del
pueblo saharaui, cuyo sacrificio por su tierra no es menos heroico.
¿El resultado? Dos pueblos convertidos en víctimas de un
perverso juego geopolítico donde la vida humana y los derechos
fundamentales se convierten en fichas para obtener beneficios políticos y
económicos.
¿Qué hay detrás del plan?
No es casualidad que Marruecos, respaldado por Israel,
aparezca como el arquitecto silencioso de este aberrante «acuerdo».
Desde la firma de los Acuerdos de Abraham, Marruecos ha utilizado su
normalización con Israel como herramienta para ganar legitimidad sobre
su ocupación ilegal del Sáhara Occidental. En este contexto,
acoger a los palestinos en territorio saharaui no es un acto
humanitario, sino un intento de transformar el conflicto palestino en
una carga sobre la lucha saharaui. Al vaciar Gaza, se intenta borrar la resistencia palestina, y al inundar el Sáhara con desplazados, se debilita el reclamo legítimo de los saharauis por su independencia.
El mensaje es claro: Marruecos quiere presentarse como un
aliado de Israel al precio de despojar a los saharauis de su tierra y
enterrar para siempre las esperanzas de los palestinos de regresar a la
suya.
Cuando la ocupación se cruza con el cinismo
Es inaceptable que esta propuesta provenga de un medio de comunicación que se alinea con los intereses de Marruecos y promueve la narrativa de las potencias ocupantes. Al presentar esta idea como una «solución», se legitiman las acciones ilegales de dos ocupaciones: la israelí y la marroquí. Lo que se propone no es paz ni justicia, sino la continuación de la colonización por otros medios.
Para los palestinos, abandonar Gaza significa aceptar la
narrativa de Israel de que su tierra ya no les pertenece. Para los
saharauis, aceptar a los palestinos como refugiados forzados sería
consentir, implícitamente, la ocupación marroquí. Este doble golpe es
tan calculado como despiadado.
La respuesta internacional debe ser contundente
La comunidad internacional no puede quedarse callada ante esta
propuesta indignante. Este no es un conflicto lejano entre pueblos
pequeños; es una prueba para los principios universales de justicia, soberanía y derechos humanos.
Aceptar siquiera la discusión de este plan equivaldría a normalizar los
crímenes de guerra, la ocupación y el desplazamiento forzado.
El derecho internacional es claro: los palestinos tienen derecho a
regresar a sus tierras, tal como los saharauis tienen derecho a la autodeterminación en el Sáhara Occidental. Los pueblos no son mercancías intercambiables que se puedan desplazar como si fueran piezas en un tablero geopolítico. Cada metro cuadrado de Gaza y del Sáhara Occidental está impregnado con la historia, el sacrificio y la dignidad de sus habitantes.
Una lucha compartida, un mismo enemigo
En última instancia, tanto el pueblo palestino como el saharaui
enfrentan al mismo enemigo: la colonización, la opresión y la
injusticia. El futuro de Gaza y el Sáhara Occidental no puede decidirse en despachos de ocupantes ni en cartas editoriales que ignoran los derechos fundamentales de los pueblos.
La resistencia de los palestinos y los saharauis no puede ser derrotada por estas maniobras cínicas.
La historia demuestra que los pueblos dispuestos a sacrificarlo todo
por su libertad siempre prevalecen, aunque los poderosos intenten
silenciarlos. Lo que está en juego no es solo su futuro, sino el de la
humanidad misma: si callamos ahora, estaremos permitiendo que la
opresión y el despojo se normalicen como herramientas políticas.
Es hora de que el mundo rechace rotundamente estas ideas peligrosas y apoye las luchas legítimas de ambos pueblos. Gaza y el Sáhara Occidental no
son territorios vacíos esperando ser llenados, son el hogar de pueblos
con derechos y dignidad que ninguna ocupación podrá borrar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario