Cuanto más igualitario es un país, más mujeres
perfectamente capaces para la ciencia y la ingeniería optan por estudiar
otras cosas.
Como siempre que se habla de estos asuntos, un aviso previo. Cualquier cosa que se diga en este artículo sobre "hombres" y "mujeres" en realidad quiere decir "una mayoría de hombres" y "una mayoría de mujeres". Las diferencias entre unos y otras son estadísticas y no nos dicen nada de ningún individuo en concreto.
El estudio analiza la mal llamada "paradoja de la igualdad" en los estudios de ciencia e ingeniería mediante el uso de una base de datos de logros académicos de 472.242 adolescentes en 67 países y encontraron que, en general, mujeres y hombres mostraron habilidades similares para esos campos, pero que, primero, en todos los países hay un porcentaje de mujeres perfectamente capaces de seguir estas carreras que optan por otras y, segundo, que ese porcentaje es mayor cuanto mejor está clasificado su país en el Índice de Igualdad de Género del Foro Económico Mundial. Es decir, cuantas menos barreras hay para que las mujeres sigan su vocación, sea cual sea, y cuanto más apoyo del Gobierno hay para que lo hagan, las mujeres optan con más frecuencia por estudios considerados tradicionalmente más femeninos.
¿Y cuáles serían esas causas biológicas? Aunque esto no está tan claro, ni está tan estudiado, el profesor de Psicopatología del Desarrollo Simon Baron-Cohen –primo del famoso cómico– considera que los cerebros de las mujeres tienden a estar más cableados para la empatía y los de los hombres para entender y construir sistemas. Cohen empezó a estudiar estas diferencias a través de la investigación sobre el autismo, del que es uno de los más reconocidos expertos a nivel mundial, y de la que considera que es un extremo patológico de esa tendencia masculina hacia los sistemas frente a las personas. Su estudio más famoso, por estar realizado con bebés de un día de edad sobre los que la influencia cultural no es un factor, observó que los recién nacidos dedicaban más atención a las caras si eran niñas y a los objetos si eran niños.
Naturalmente, esto no impedirá que el feminismo imperante en política y medios de comunicación siga dando por sentado que todo esto es cultural y debido a la discriminación, y proponiendo medidas para reducirlo. Medidas, claro, destinadas al fracaso.
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