Imagen de la batalla de Cartagena de Indias, en la que participó Blas de Lezo
Blas de Lezo no fue el único hombre que humilló a los ingleses, pues la Monarquía Hispánica consiguió derrotar en otras ocasiones a la Armada británica
Durante más de tres siglos, España dominó en el mundo entero.
Numerosas conquistas integraron un gran número de territorios por todo
el planeta al Imperio español. Guerras en las que la Armada hispánica
era invencible, y gracias a las colonizaciones, hoy el castellano se
habla en todos los continentes. El hecho que marcó el inicio de este
apoteósico tiempo, y casi el más importante de la etapa, fue el descubrimiento de América. Desde el día en que Cristóbal Colón completó su viaje y encontró "el Nuevo Mundo", la presencia hispana no solo dejó una enorme influencia, sino también, despertó la envidia de muchos otros. Entre ellos, los ingleses.
En varias ocasiones, el reino inglés quiso asentarse en el continente a costa de la Monarquía Hispánica. Un recelo que creció a medida que el Imperio español colonizaba la tierra.
Mucho antes de que Inglaterra llegara al norte e instaurara las
llamadas trece Colonias, buscó con obsesión aprovecharse de momentos en
los que se bajaba la guardia para adentrarse y aumentar la presencia en
el sur.
No fue uno, ni dos, ni siquiera tres los intentos en vano del poder inglés, sino cuatro. Y todos ellos lograron ser deteriorados, saldados con derrotas o humillaciones inglesas a cada cual más contundente.
¿En qué guerras España derrotó a Inglaterra?
La primera vez fue en el siglo XVI, en la denominada Guerra de las Armadas. Una contienda que daría comienzo en 1585 y que se alargaría hasta 1604. El continente americano no fue el único frente abierto del conflicto, pues también se disputó en Europa y a través de batallas navales en medio del océano. Y un objetivo inglés que provocó esta situación bélica: hacerse con la ciudad de Panamá.
Inglaterra quería tener acceso a los dos Océanos,
poner en jaque a las flotas de Indias y, por consiguiente, a la
Monarquía Hispánica. Hawkins y Drake, los dos hombres más temidos y
respetados de aquel entonces en tierras inglesas, se encontraban al
frente de una veintena de embarcaciones con 1.500 marinos expertos y
3.000 soldados de "tierra". Un esfuerzo colosal, pero con un resultado
desgraciadamente (para ellos) abismal. Aquellos hombres fuertes murieron
en la primera vez que se activaba la maquinaria de defensa que había
preparado para la España Americana.
Pocos años después, llegaría la segunda
ocasión que Inglaterra trataba de arrebatar las tierras americanas al
Imperio español. Aunque duró menos, un hombre destacado, Oliver Cromwell, ideó un plan en que trataba de arrebatar todo lo conseguido en América, que en aquel entonces, ya era mucho. Era 1655, y comenzó una nueva guerra anglo-española, que también fue conocida como la Guerra del Designio Occidental.
Cromwell quería apropiarse de sus grandes riquezas, y de algún modo,
"vengar" a Hawkins y Drake, los primeros en intentarlo. A su cargo,
habría 38 navíos, de los cuales casi la mitad, 18, eran de guerra, y
otros 3.000 soldados de infantería, que sufrirían el mismo destino que
sus predecesores. La Monarquía Hispánica volvió a activar la defensa,
repitió la misma estrategia y consiguió, de nuevo, humillar a
Inglaterra. En 1660, cinco años después, acaba el sueño inglés.
Un anhelo que se retornaba ya en el siglo XVIII, en la conocida como Guerra del Asiento -o de "la Oreja de Jenkins"- entre 1739 y 1748.
La contienda fue apodada así porque el capitán español León Fandiño
consiguió apresar un barco inglés mandado por Robert Jenkins, pirata,
corsario y contrabandista, que quiso entrar en América y desmoronar el
imperio. Le cortó la oreja y, según la leyenda, fue enviado de vuelta a
Inglaterra con un recado para Jorge II, en el que decía "ve y dile a tu rey que lo mismo le haré si a lo mismo se atreve".
Los
ingleses creían haber aprendido de las otras dos guerras, así que
pensaron que a la tercera iría la vencida y realizaron el mayor
despliegue para un desembarco que se conociera, y el segundo de la historia, solamente por detrás de Normandía en la Segunda Guerra Mundial. 186
buques y casi 27.000 combatientes contra una Armada española a priori
más débil, pero en la que se hallaba aquel "medio hombre" con un nombre
legendario y recordado a día de hoy: Blas de Lezo. Con pocos medios, este marino español consiguió infligir a los británicos una vergonzosa derrota en Cartagena de Indias. A él se le atribuye, por cierto, el dicho de "todo buen español debería mirar siempre mirando hacia Inglaterra".
Y entre 1779 y 1783, tuvo lugar la cuarta de estas guerras, conocida como la Guerra anglo-española. Un
conflicto que tuvo lugar tras la participación el guerra de la
Independencia de las 13 colonias, en el norte del continente, y debilitó
la posibilidad de respuesta inglesas, en una jugada perfecta con la que
los ingleses se quedarían sin tierra interesante que pisar.
Antonio Añover
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